Paisajes críticos









Ironía, reflexión, sentido lúdico y una notoria búsqueda de modos de dar cuenta de la tensión entre, por un lado, la exacerbación del flujo informativo e informático y por otro, los desafíos y angustias permanentes que genera la vida cotidiana, se encuentran en las obras de Raquel Bessio, Juan Burgos y Pablo Uribe. La obra de estos tres artistas, trabajada desde técnicas, materiales y propuestas estéticas y artísticas claramente diferenciadas, da cuenta de cómo lo propio y lo contemporáneo global abren las puertas a una interpretación de las ocupaciones y preocupaciones del ser humano a comienzos del siglo XXI, cuando se cumplen cien años de la irrupción de las vanguardias históricas y cuando las artes visuales se abren en mil floraciones diversas.

RAQUEL BESSIO – “La Tierra Prometida”.
La propuesta de Raquel Bessio titulada “La tierra prometida” dialoga con el discurso que diversos creadores uruguayos –artistas visuales, escritores, músicos y cineastas – han venido realizando sobre las crisis y transformaciones de una realidad que hace medio siglo permitió hablar de Uruguay como “La Suiza de América” o “El país de las vacas gordas”. Estas cajas de metal pobladas de margaritas expuestas a las variaciones climáticas, – es decir, expuestas al tiempo y al devenir de la historia – se presentan en una de sus múltiples lecturas como un icono de las transformaciones que las “naciones” han venido experimentando en el macro proceso de la globalización. Pero al mismo tiempo, si bien la obra tiene o presenta una dimensión supranacional, también se erige como una suerte de “memento mori” respecto de lo nacional o de lo local. La fuerte materialidad de la obra de Bessio no escapará a los procesos de deterioro u oxidación de la acción del tiempo; la obra de arte como la nación o los símbolos nacionales, nos dice la artista, no viven fuera del tiempo ni permanecen inmutables.

JUAN BURGOS – “Ciudades (Nuestro amor & Déjeuner sur l’herbe)”.
La estética neobarroca o “posmo-barroca” de la propuesta de Juan Burgos se instala sin hesitaciones en ese flujo informativo y estético que caracteriza los tiempos presentes. Su díptico se apropia de símbolos provenientes de la cultura pop mundial, ya que si bien hay referencias a claros elementos occidentales también están presentes los orientales, en particular chinos. La multiplicación de referencias, la saturación de productos y mercancías puede ser entendida como una metáfora del mercado global, aunque también es posible que –a la manera de un Jeronimus Bosch contemporáneo– estos paneles sean un intento de dar cuenta de la complejidad de los imaginarios del siglo XXI. Predomina, eso sí, la ironía, el juego, la parodia, el diálogo, la modificación y la intervención. Es como si el artista hubiera entrado al hogar simbólico del siglo XXI para saquearlo y recomponer el caleidoscopio necesario para comprender el tiempo presente.

PABLO URIBE – “Atardecer”. En la obra de Pablo Uribe, un género esencialmente pictórico como el paisaje se fusiona con otro género tradicional: el retrato. “En una proyección, un hombre vestido con camisa blanca es retratado de cuerpo entero en posición tres cuartos perfil mirando frontalmente al espectador. Luego, en forma pausada, comienza a imitar sonidos diurnos de animales nativos: mamíferos, aves, insectos y reptiles. En otra, el mismo hombre, ahora con camisa celeste, es retratado en posición similar. En el principio, aparece callado e inmóvil. Luego comienza a gesticular y a emitir sonidos de animales con hábitos nocturnos. De esa forma se establece un contrapunto visual y, sobre todo, sonoro, que acompaña el pasaje del día hacia la noche. Ambos son registrados sobre fondo negro y con una iluminación fría, muy concentrada, tipo Rembrandt. El coro de sonidos animales va in crescendo, hasta que el hombre de camisa blanca baja la intensidad de sus sonidos y comienza a espaciarlos. Finalmente, queda casi inmóvil y en silencio, mientras que el de camisa celeste continúa con sus cánticos nocturnos”. Dos temas tradicionales del arte occidental a lo largo de su historia, retrato y paisaje, son así revisados y problematizados. Se instalan como guión rector de un falso documental con alusiones sinfónicas.
Fotos: Roberto Olalde

1 comentario:

David dijo...

Todo lo relacionado con el arte me encanta y por eso esta buenísimo disfrutar de ello. Soy de vivir mucho toda la cultura artística y para ello disfruto de encontrar lo que quiero. Luego de comprar Pasajes al Salvador me puse en campaña para ver los museos de allí, pero no hay tantos